Una biblioteca escolar en “Magnolia”
Magnolia de Paul Thomas Anderson nos muestra una serie de historias donde sus personajes se encuentran interrelacionados en cierta forma, ¿recuerdan aquello de los Seis Grados de Separación?, pero que no llegan a confluir todos al unísono hacia un mismo desenlace sino que les tiene preparados distintos finales. De esta manera, las tramas de cada uno suceden de forma paralela durante unas pocas horas a lo largo de un mismo día en el que llegarán a cierto punto crítico cuando finalmente decidirán dar el paso para comenzar a cambiar las cosas en sus vidas.
Puede que, en esta película, Anderson esté retratando de nuevo la soledad de las grandes ciudades, personas rodeadas de iguales que no saben o no les quieren escuchar lo que provoca una multiplicación en su sentimiento de aislamiento a pesar de encontrarnos en la era de las nuevas tecnologías. Fundamentalmente, nos enfrentamos a personajes frustrados a distintos niveles de su vida personal, donde algunos tratar de satisfacer los deseos de las personas que quieren, mientras que otros consideran que la vida los situó ahí y sólo deben dejarse llevar.
Uno de estos personajes es un niño prodigio dedicado a un programa de TV que se encuentra en antena más de 30 años. Presionado por su padre, carga con cuatro bolsas de libros todos los días que se marcha al colegio y se dedica por entero a llenar su cabeza con anécdotas que posteriormente regurgitará en la batería de preguntas del programa. Algunas de las escenas se desarrollan dentro de la biblioteca escolar de su colegio que os recogemos para esta ocasión.
La biblioteca de “Los Crímenes de Oxford”
El director español Álex de la Iglesia adaptaba la novela Crímenes Imperceptibles de Guillermo Martínez bajo el título Los Crímenes de Oxford en esta producción hispanobritánica que contó con Elijah Wood, John Hurt y Leonor Watling en su reparto. En esta historia, que mezcla filosofía, historia y matemáticas, el estudiante de lógica norteamericano Martin se desplaza hasta la Universidad de Oxford con el objetivo que el prestigioso profesor Arthur Shelton dirija su tesis.
Sin embargo, Martin no lo va a tener fácil puesto que el arisco profesor se dedica a la investigación y la impartición de conferencias y clases magistrales y no es del gusto del trato con alumnos. Martin se siente frustrado en su primer encuentro con el profesor y está cerca de abandonar su propósito, sin embargo un crimen sin resolver y un extraño asesino en serie unirá su trayectoria vital con la del profesor que juntos intentarán desenmascarar al asesino.
Una de las escenas transcurre dentro del campus universitario, cuando Beth acude a la biblioteca en busca de Martin que trata de relacionar los extraños sucesos que está viviendo. El encuentro no es agradable y acaba con mucha tensión entre los dos personajes que, airados, abandonan la biblioteca con mucho estruendo para desconcierto de los estudiantes que se encuentran allí en ese momento.
El bibliotecario de “Los ríos de color púrpura”
En la prestigiosa Universidad de Guernon, en Francia, se ha cometido un crimen atroz. El bibliotecario ha sido asesinado tras largas horas de tortura y terribles mutilaciones. Pero, ¿quién querría matar a un bibliotecario? Su trabajo consistía básicamente en gestionar los libros y las plazas de estudio en la biblioteca. Así que, ¿cuál podría ser la motivación del criminal? ¿un sacrificio ritual? ¿qué las lecturas de los alumnos le llevaron a descubrir algún oscuro secreto de estos y lo hicieran callar? ¿qué no les prestara el libro adecuado?
En la película “Los ríos de color púrpura”, que Mathieu Kassovitz dirigió en el año 2000, apenas podemos ver un par de escenas que se desarrollan en la biblioteca. Ésta aparece ante nosotros como las tradicionales bibliotecas de antiguas universidades: espacios descomunales, auténticas murallas de estanterías de madera repletas de libros, un aspecto algo lúgubre y silencioso que sin embargo invita al estudio con sus numerosos puestos de lectura iluminados con una lámpara de mesa de tulipa verde…
Y aunque eso es casi todo lo que podemos ver de la biblioteca en la película, en la novela homónima de Jean-Christophe Grangé en la que se basa la biblioteca tiene un peso significativo en la trama de la obra y en el origen del crimen. Y el papel del bibliotecario es mucho más importante de lo que pudiera parecer a primera vista.
En el pasado o en el trabajo de este bibliotecario, que siguiendo la tradición paterna ocupa su misma plaza, parece estar la clave. O al menos eso cree el famoso detective Niémans, experto criminólogo encargado de resolver el caso. A su llegada a la Universidad de Guernon (al igual que en la película Seven) pone a su equipo a trabajar en la búsqueda de los libros que pudieran haber inspirado al asesino y los alumnos que los tomaron prestados, buscando en su catálogo términos como “mal”, “violencia”, “tortura”, “sacrificios rituales”, “mutilaciones”… Realizando una exhaustiva búsqueda de información que pueda dar alguna luz sobre el porqué del asesinato del bibliotecario, que sólo es el primero.
El Archivo Hospitalario de “American Splendor”
La película American Splendor plasma en formato fílmico la obra autobiográfica que Harvey Pekar había reflejado previamente en una serie de cómics homónima. Este contador de historias -ya que los dibujos eran realizados por diversos autores del cómic underground-, como realmente se ganaba la vida era como archivero en un hospital de veteranos de Cleveland. Harvey Pekar trabajó en dicho archivo hasta su jubilación, incluso una vez alcanzado el éxito con su obra, y en American Splendor queda recogido el poco interés y el tedio que su rutinario trabajo como archivero le producía.
En diferentes escenas de la película, que transcurren en los años 70 y 80, se muestra el archivo clínico en el que trabajaba, con sus estanterías sin fin llenas a rebosar de carpetas clasificadas por colores, o el aún más tétrico depósito, con viejos archivadores de madera y cajas de cartón, donde iban a parar las historias clínicas de los fallecidos.
Ya empezado el siglo XXI, y con la irrupción de la informática y la digitalización de documentos, podríamos esperar que esas imágenes de un archivo de hace más de 20 años no pudieran identificarse con los archivos actuales, pero teniendo en cuenta algunas noticias que os hemos hecho llegar y otras muchas que se oyen quizá las cosas no hayan cambiado tanto.
“Todos los hombres del presidente” de Alan J. Pakula
Todos los hombres del Presidente (All the President’s Men) es una película basada en las tareas de investigación que los periodistas de The Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), llevaron a cabo durante el escándalo del Watergate (1972-1974) que finalizaría meses después con la dimisión del presidente de los Estados Unidos Richard Nixon. En un trabajo de investigación profundo y en el que nadie creía – de hecho Woodward llevaba apenas unos meses en el periódico cuando inició su investigación, es decir era un novato, y trataron de pasar el tema a un redactor más experimentado cuando la dimensión del caso fue ampliándose – las tareas de recuperación de información y entrevistas con testigos y con implicados fueron determinantes para esclarecer lo que realmente había sucedido dentro del Hotel Watergate.
Para percatarnos de el enorme trabajo que supuso desvelar el verdadero trasfondo de lo que se convertiría en un escándalo de enormes proporciones, en la película se nos ofrece una simple muestra. Las pesquisas de los dos reporteros les llevan hasta Howard Hunt y su secretaría que había solicitado una serie de libros sobre el asesinato de John F. Kennedy a la Biblioteca del Congreso (Library of Congress). Woodward consulta a una de las bibliotecarias si ese extremo era cierto y durante un momento de duda la bibliotecaria lo afirma para posteriormente negarlo todo. Sorprendido por la reacción de la bibliotecaria, Bernstein vuelve a llamar y se produce de nuevo la negación de la bibliotecaria. El hecho de que la Casa Blanca pida material sobre Kennedy a una biblioteca podría parecer poco relevante, hay que recordar que Nixon se enfrentó a JFK en las elecciones presidenciales y perdió, pero las formas y el aparente temor que parece demostrar la bibliotecaria ante una cuestión tan trivial invita a los dos investigadores a desplazarse hasta la Biblioteca del Congreso.
Finalmente, ante la imposibilidad de poder contrastar el interés de la Casa Blanca sobre el asesinato de Kennedy vía telefónica, los dos periodistas solicitan revisar las fichas de préstamo de todo un año (1971) ante lo que uno de los bibliotecarios accede no sin antes decirles: “Se les van a caer los ojos”.
En la película, se nos ofrece un plano cenital de una de las salas de consultas de la Library of Congress que es lo que recogemos aquí.
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